miércoles, 26 de junio de 2013

La Eurovolea de van Basten (1988)

Inventaron «fútbol total» de la mano de Rinus Michels, pero a los Países Bajos el éxito le ha sido esquivo a lo largo de toda su historia. La selección holandesa fue una de las potencias mundiales durante la época amateur, a principio de siglo. Aquellos tiempos donde el oro olímpico era lo máximo a lo que aspiraba una selección nacional. Pero la oposición a la profesionalización del fútbol por parte de la KNVB convirtió a Holanda en una selección mediocre desde que comenzó la etapa mundialista hasta los años '70. Vagó por la intrascendencia después de participar sin éxito en los dos Mundiales de los años '30 que tuvieron lugar en Europa y no disputó ninguno de los seis siguientes.

No fue hasta Alemania '74 cuando la selección tulipán volvió a la gran cita del fútbol. Y por fin pudo ganar su primer partido en un Mundial, 40 años después del primer intento. Desde ese día, Holanda pasaría a ser otra Holanda. Sería La Naranja Mecánica. Tras lograr su primera victoria en una cita mundialista, los hombres de Rinus Michels fueron lanzados hasta la final. Injustamente se le achaca cobardía a Holanda de cara a lograr un título. En mi opinión hay otros factores que han influido en esta ausencia de títulos para los Países Bajos. Nunca ha tenido suerte Holanda con los rivales que ha tenido que enfrentar en las finales. Es difícil encontrar un rival asequible en la final de un Mundial, pero Holanda dos veces (1974 y 1978) se ha medido al anfitrión del torneo (sólo Brasil lo ha hecho también en dos ocasiones -Suecia 1958 y Francia 1998-). Además, en ese segundo Mundial tuvo que lidiar con la ausencia de Johan Cruyff. El que fuera mejor jugador del mundo renunció a participar en Argentina '78. No es fácil imaginar a la Albiceleste ganando el Mundial en 1986 sin Maradona, a Francia sin Zidane en 1998 o a Brasil sin Ronaldo en 2002. Además, siempre que un régimen totalitario ha organizado el Mundial, el país anfitrión ha resultado campeón. Ocurrió durante el mandato de Mussolini en Italia (1934) y durante el de Videla en Argentina, en aquella segunda final que perdió Holanda. A la tercera final del Mundial La Naranja Mecánica llegó con una increíble racha de 25 partidos invicto y un pleno de victorias (8/8 en la fase de clasificación y 6/6 en la fase final). Pero en la final se enfrentó a España, que con una de las mejores selecciones de la historia venció a Holanda. No obstante, los hombres de Del Bosque debieron sufrir muchísimo, a diferencia de las otras dos finales que han ganado durante su época dorada (Eurocopa 2008 y Eurocopa 2012).

Tras una maravillosa década de los '70 con dos finales mundialistas y una semifinal de Eurocopa entre ambas, los '80 apuntaban a convertirse en un auténtico fracaso. No se clasificó al Mundial en 1982 y 1986, ni a la Eurocopa en 1984. Así que hasta 1988 no regresaría a una gran cita. La Eurocopa de Alemania Federal era la última oportunidad de la década. La aprovecharían a lo grande con una Holanda llena de bigotes. Los que lucían Rikjaard, Gullit, van Tiggelen, van Aerle o Jan Wouters. No tenía bigote Marco van Basten, pero tampoco lo necesitaba para liderar al título a la selección que dirigía nuevamente Rinus Michels. El delantero del Milan anotó en la final un gol de volea que permanece imborrable en la memoria de cualquier aficionado al fútbol. Para llegar a la final, Países Bajos accedió como segunda de grupo tras caer en su debut ante la Unión Soviética, y vencer posteriormente a Inglaterra, con hat-trick de Van Basten, e Irlanda. La semifinal encontró a un conjunto tulipán sediento de venganza, especialmente a su entrenador, el único que había sentido en carne propia la derrota en la final del Mundial 1974. La selección holandesa pudo remontar ante Alemania el gol de penalti de Lothar Matthäus. Igualó Koeman desde los once metros y van Basten, quién si no, inclinó la balanza cuando parecía que se cumplía el tiempo reglamentario sin deshacerse la igualdad. Así, de la mano del jovencísimo Koeman y los jugadores del Milan, Rikjaard, Gullit y Van Basten, Holanda llegaba a la tercera gran final de su historia; la primera a nivel continental. Enfrente el único equipo que le había podido ganar en esta Eurocopa, la URSS. Pero la historia fue bien distinta a aquel primer partido. Los goles rossoneros de Gullit y Van Basten, con la ya mencionada mítica volea, daban a Holanda el primer gran título de su historia. El único hasta ahora, cuando se cumplen 25 años del gol del ídolo de Ajax y AC Milan.

Cómo es el fútbol. El único título para La Naranja Mecánica llegó en la década con menor participación internacional de las últimas cinco y tras ausentarse de tres grandes citas consecutivas, algo que no ha vuelto a ocurrir. Daría para un largo debate cuál es la mejor Holanda de la historia. La selección del '88 parte con la ventaja de ser la única que ha alcanzado la gloria.

sábado, 22 de junio de 2013

España y las tandas de penaltis



Hoy se cumplen cinco años del 22 de junio de 2008. Una de las fechas más importantes en la historia de la selección española de fútbol. No se ganó un título, ni siquiera se clasificó a una final. Pero por primera vez en 24 años, después de seis Mundiales y cinco Eurocopas (aunque con una ausencia en 1992), España superaba la barrera de cuartos de final. Por fin, la tanda de penaltis se aliaba con La Roja, y el equipo de Luis Aragonés se metía en semifinales. Hay quien dice que las tandas de penaltis son cuestión de suerte. Yo creo que no. La suerte juega su papel pero no es determinante. 

Las tandas de penaltis son un invento español que nació en 1958, en el Trofeo Ramón de Carranza, aunque no fue necesario ponerlas en práctica hasta cuatro años después. Sin embargo, en los primeros 50 años de historia de este particular método de desempate, fueron una pesadilla para España, con una única excepción.

La selección española se estrenó en una tanda de penaltis en las semifinales de la Eurocopa de 1984. Aunque Arconada no fue capaz de detener ningún lanzamiento a los daneses, no fue necesario para que los hombres de Miguel Muñoz avanzaran a la final. Elkjær no acertó a portería y los cinco lanzadores españoles convirtieron sus disparos. Fue la primera competición en la que una tanda de penaltis decidió el futuro de España en la competición. Después, en la final, La Roja caería ante Francia. Pero esta vez, al menos, la suerte había sonreído en la tanda de penaltis.

Dos años después España volvió a decidir su continuidad en el Mundial de 1986 desde los once metros. Ese día, ante Bélgica, comenzarían tres maldiciones: no pasar de cuartos de final, caer eliminado en cada competición en la que disputara una tanda de penaltis y la del 22 de junio. Esta última vendría ligada a la maldición de la tanda de penaltis ya que desde ese 22 de junio de 1986, siempre que España ha jugado un partido el 22 de junio ha llegado hasta la tanda de penaltis. Cuatro partidos desde entonces en una racha que 27 años después todavía continúa vigente. Zubizarreta, igual que Arconada dos años antes, no fue capaz de detener ningún lanzamiento. Pero los belgas no fallaron ninguno y el combinado español quedó eliminado.

Diez años exactos pasarían hasta que España volviera a depender de una tanda de penaltis. Otra vez 22 de junio y otra vez cuartos de final, en la Eurocopa de 1996. Enfrente Inglaterra, anfitriona del torneo. Una selección cuya continuidad en una competición a día de hoy ha dependido de los penaltis en seis eventos y siempre ha sido eliminada. Sin embargo, ante La Roja, lograría ganar la única tanda de su historia (pese a ello ha sido eliminada siempre porque en semifinales volvió a decidir su partido ante Alemania en los penaltis y cayó derrotada). Zubizarreta, esta vez tampoco pudo detener ningún lanzamiento, y el bagaje de lanzamientos en contra ascendía a 14 disparos con 13 goles, 0 parados y 1 fuera.

En el Mundial de 2002 España volvería a resolver sus eliminatorias desde los once metros. Serían la cuarta y la quinta tanda, ya que lo haría por partida doble en octavos de final y cuartos de final. En octavos de final amagó con cambiar la historia. Casillas detuvo dos lanzamientos a Irlanda y un tercero iría fuera, con lo que la selección española se clasificaría a cuartos de final. Pero tal vez sólo porque no era 22 de junio. En la siguiente ronda, tras un polémico arbitraje de Gamal Al-Ghandour, la selección de Camacho definiría su destino ante la anfitriona, Corea del Sur, en la tanda de penaltis. Otra vez cuartos de final, otra vez 22 de junio. Casillas no pudo parar ninguno, pudiendo haber hecho algo más en el primer lanzamiento, y Joaquín falló el suyo. La historia se volvía a repetir. Por tercer campeonato consecutivo, los penaltis dejaban fuera a España.

Y con este historial desalentador se llegó a la Eurocopa de 2008, donde tras una primera fase brillante, España se cruzaba en cuartos de final contra la vigente campeona del mundo, Italia. La Roja no vencía la Azzurra en partido oficial desde 1920, en un encuentro donde España acabó con dos expulsados. Entre ellos el mítico Zamora, por lo que un extremo, Silverio, debió ocupar la portería. 88 años después se acumulaban los fantasmas. España ante la maldición de cuartos de final y la de no poder eliminar a Italia. Además, 22 de junio. El 0-0 del tiempo reglamentario y la prórroga mandaba la eliminatoria a la tanda de penaltis. Estaban juntos los cuatro fantasmas de la selección española, era el momento ideal para acabar con todos. Italia venía de ganar las dos últimas tandas de penaltis que había disputado: en la final del Mundial 2006 y en la semifinal de la Eurocopa 2000. Frente a frente, Buffon y Casillas, los dos mejores porteros del mundo. Buffon sólo pudo detener el mal ejecutado lanzamiento de Güiza. Casillas, por su parte, ataviado de negro en homenaje al histórico Lev Yashin, sacó dos manos exquisitas para detener los lanzamientos de De Rossi y Di Natale.  España había superado los cuartos de final eliminando a Italia un 22 de junio y mediante una tanda de penaltis. Como si fuera un guiño del destino.

Otra ha sido la historia desde entonces. La selección española volvió a disputar una tanda de penaltis en la Eurocopa 2012. Fue en semifinales. Claro, ahora que los fantasmas de cuartos de final eran historia. Con Sergio Ramos dejando su sello para la posteridad, España eliminó a Portugal. Por primera vez La Roja ganaba dos tandas de penaltis consecutivas. Sirvió también para, unos días después, ser la primera selección en ganar dos Eurocopas consecutivas. Entre las dos tandas de penaltis ante Italia y Portugal, España ganó un Mundial, algo impensable unos años atrás. Pero es que la historia había cambiado ese 22 de junio de 2008.


miércoles, 19 de junio de 2013

El Milan de Rocco, campeón de Europa (1963)

El AC Milan es uno de esos equipos respetados en todo el mundo. Con siete Copas de Europa, no necesita sacar a relucir nada más de su envidiable palmarés para ser considerado uno de los clubes más grandes del planeta. El conjunto Rossoneri escribió las páginas más gloriosas de su historia entre 1987 y 1996, cuando ganó cinco Scudettos y tres Copas de Europa en nueve temporadas. Pero eso fue la continuación de una gloriosa historia que había puesto su piedra más importante hace ahora 50 años, cuando ganó la Copa de Europa por primera vez en 1963. Lo hizo poniendo el broche de oro a una brillante etapa de también nueve temporadas de duración, entre 1954 y 1963. El Milan fue el claro dominante del Calcio, pero en Europa no había podido ser campeón debido a la hegemonía del Real Madrid de Di Stéfano, que le privó de tan ansiado título las dos veces que más cerca había estado; en semifinales primero (1956) y en la final posteriormente (1958).

La historia iba a cambiar con la llegada de Nereo Rocco al banquillo del club lombardo; el técnico italiano que se adjudicó la invención del Catenaccio, aunque en realidad vino a desarrollar el esquema táctico del entrenador austriaco Karl Rappan. En cualquier caso, identificó a su equipo con un sistema de juego que les llevó a lo más alto a nivel nacional, continental y mundial. El técnico triestino participó por primera vez con el AC Milan en la Copa de Europa en la temporada 1962-63, y no iba a poder tener mejor debut ya que se alzaría con el título. La squadra rossonera regresaba a la máxima competición continental después de su mayor ausencia, tras no haber participado en las dos últimas ediciones. Un parón que resultó sentarles de la mejor manera posible.

El primer Milan campeón de Europa contaba en sus filas con Cesare Maldini y Giovanni Trappatoni, los dos jugadores más conocidos en la actualidad de ese equipo campeón. El primero por ser padre del mítico Paolo Maldini, y el segundo por haber ganado como entrenador de la Juventus seis Scudettos y todos los títulos internacionales posibles, además de un séptimo Scudetto con el Milan, el club en el que se hizo grande como jugador. Aunque más desconocidos hoy en día por los cincuenta años transcurridos desde entonces, también eran claves en aquel equipo Gianni Rivera, hasta hoy único jugador italiano del Milan en ganar la Copa de Europa y la Eurocopa, Bruno Mora, o José Altafini.

El equipo de Rocco debutó en la ronda preliminar de la Copa de Europa ante el ya desaparecido Union Luxembourg, al que derrotó sin ninguna complicación por un global de 14-0 entre la ida y la vuelta. El brasileño Altafini anotó ocho de los 14 goles, lo que le valió a posteriori para ser máximo anotador del torneo con 14 goles, y establecer un récord que a día de hoy no ha sido superado todavía. Lo igualó Messi en 2012, aunque con peor promedio goleador. En octavos de final los italianos se midieron al Ipswich Town, conjunto inglés que en 1961 había ascendido a Primera División y que siendo debutante en la categoría logró alzarse con el título de Liga en 1962. No tuvo tanta fortuna en su debut en la Copa de Europa, donde tras vencer al débil Floriana de Malta, cayó ante el poderoso Milan por un global de 4-2, tras perder en la ida 3-0 con un hat-trick de Paolo Barison. En cuartos de final el conjunto lombardo se medía por primera vez a un equipo turco en la Copa de Europa, el Galatasaray, que había logrado su primer título de Liga el año anterior. 1-3 en Turquía y 5-0 en Italia para alcanzar las semifinales de la máxima competición continental. En semifinales se midieron al Dundee FC, que disputaba la competición como vigente campeón de Escocia, en la que a día de hoy es la única Liga obtenida en su historia. Los Rossoneri sentenciaron la eliminatoria en el partido de ida (5-1), por lo que viajaron a Escocia sabiéndose finalistas y pudiéndose permitir la segunda derrota en el torneo, al caer por 1-0.

El equipo capitaneado por Cesare Maldini se plantaba así en la segunda final de Copa de Europa de su historia. Si en la primera final tuvo la mala suerte de cruzarse con el campeón de las dos ediciones anteriores, el destino quiso que para hacerse grande derrotara a otro grande, y le iba a enfrentar al Benfica que lideraba el fantástico Eusébio. El equipo portugués había sido campeón de las dos últimas Copas de Europa. Pero esta vez la squadra dirigida por Nereo Rocco iba a hacer historia poniendo fin a la hegemonía del Benfica, y con ello a la de la península ibérica, que con los cinco títulos del Real Madrid y los dos del Benfica se había alzado con las siete ediciones disputadas hasta la fecha. El Milan tuvo que remontar el 1-0 inicial que anotó Eusébio en la primera mitad, y lo hizo con dos goles en el tiempo complementario de José Altafini, cómo no. Llegaba así la primera Copa de Europa a Milan, la que inmortalizaría para siempre a Rocco y sus jugadores en la gloriosa historia del conjunto lombardo. Sin sospecharlo nadie comenzaba también la maldición de Guttmann para el Benfica, pero esa es otra historia.

martes, 18 de junio de 2013

Adiós a la UD Salamanca


Hoy, por desgracia, es un día para homenajear a la Unión Deportiva Salamanca. Hace unos meses cumplía 90 años y hoy se ha confirmado su desaparición. Si para algunos Salamanca es especialmente conocida por albergar la universidad en activo más antigua de España y por el «Quod natura non dat, Salmantica non præstat», para mí lo es por haber sido equipo de Primera División durante mi infancia, entre 1995 y 1999.

Para los que crecimos con el fútbol de los '90 es todo un histórico de Primera, igual que Logroñés, Compostela o Extremadura, aunque a alguno de estos últimos le sobran dedos en una mano para contar sus años en Primera. No es el caso del Salamanca, que ni siquiera con las dos manos podría contarlas. 12 temporadas en Primera desde su primer ascenso en 1973 hasta su último descenso en 1999 convierten a los salmantinos en uno de los 30 equipos con más temporadas en Primera División.

Pero no fueron los '90 su etapa más gloriosa sino dos décadas antes, cuando como equipo debutante en Primera División supo hacerse un hueco entre los grandes, manteniéndose en la máxima categoría durante siete temporadas seguidas entre 1974 y 1981. Tuvo gran mérito lo de los charros que ascendieron dos veces consecutivas para pasar de jugar en Tercera División en 1972 a ser equipo de Primera en 1974. En la campaña en la que debutaban lograron una meritoria séptima plaza, la mejor posición de su historia, siendo además el equipo menos goleado de la Liga. Los salmantinos se mantuvieron en la denominada zona tranquila de la tabla en las sucesivas campañas, hasta 1980, y un año después descendieron tras estar 33 jornadas al hilo (de 34) en puestos de descenso. Sólo iba a durar un año la ausencia de los unionistas, y en la siguiente temporada lograron nuevamente el ascenso a la máxima categoría, donde permanecieron dos temporadas más.

La segunda gran etapa del Salamanca tuvo lugar a mitad de los '90. Tras más de diez años de ausencia de la categoría donde se habían hecho respetar con jugadores como Rezza, João Alves, D'Alessandro o Bustillo, en 1995 la Unión Deportiva Salamanca optaba a ascender a Primera División por tercera vez. Iba a lograrlo de manera heroica en la promoción por ascender, al remontar el 0-2 sufrido a manos del Albacete,  con un 0-5 en el Carlos Belmonte, tras forzar la prórroga. La temporada del regreso a Primera División fue realmente mala y el equipo acabó último en aquella famosa, a la par que polémica, Liga de 22 equipos. Pero el Salamanca había vuelto. Para la temporada siguiente el objetivo era claro: retornar a Primera. Un histórico como João Alves regresó al club, esta vez para dirigirlo desde el banquillo, e hizo unas incorporaciones que se convertirían en leyendas del club, como el brasileño Everton Giovanella. El entrenador portugués abandonó el club sin llegar a dirigirlo ni siquiera una decena de partidos, pero el club enderezó el rumbo y regresó a Primera División. Fue el cuarto y último ascenso.

La temporada 1997-98 fue realmente histórica para el Salamanca. Y no precisamente por cumplir tres cuartos de siglo. Tampoco por ser la de la llegada de Bogdan Stelea, el mítico portero rumano que disputó tres Mundiales y dos Eurocopas, y que se convertiría en uno de los más grandes jugadores de la historia del club. Ese año el Salamanca se salvó del descenso en la última jornada, logrando derrotar al Barcelona en el Camp Nou, que dirigido por Van Gaal había logrado ser bicampeón de Liga. Se impuso 1-4 en el feudo blaugrana y se convirtió además en el único equipo que le había ganado los dos partidos al equipo de los Rivaldo, Figo y compañía. El otro triunfo había sido por 4-3 en el Estadio Helmántico, tras llegar a los últimos diez minutos del partido perdiendo 1-3. No fue esa la única hazaña de ese Salamanca que quedará para la historia. Esa misma temporada logró otras de similar calibre, como vencer al Atlético de Madrid por 5-4 pese a recibir cuatro goles de un mismo jugador, Christian Vieri. O los triunfos por 6-0 ante el Valencia y 4-1 ante el Superdépor, con hat-trick de Pauleta. Fue la última gran campaña de un Salamanca que descendería un año después, y que tras habituarse a ser un equipo de Segunda División descendería nuevamente a Segunda División B, donde esta temporada, la última de su historia, terminó en la 8ª posición del Grupo I.

Que sea un hasta pronto, Salamanca.


Ilustro el artículo con un cromo escaneado de colección de mi infancia, precisamente de la temporada 1995-96, la primera vez que vi al Salamanca en Primera División.

domingo, 9 de junio de 2013

Nadal VIII



Otra vez lo ha vuelto a hacer. Rafa Nadal ha dejado que se especule sobre que estaba acabado. Volvió en Viña del Mar con un tenis dubitativo y sucumbió en la final ante Zeballos. Nadal cayendo en tierra batida contra el número 73 de la ATP. ¿El principio del fin? El debate Rafa lo dejaba para los demás. Él se centraba en regresar a su mejor nivel. Mordió el trofeo en Sao Paulo a medio gas e hizo lo propio en Acapulco hasta la final, donde ahí sí, mostró su mejor versión y barrió a Ferrer (6-0, 6-2). Tres torneos menores con dos títulos y una final. Pero empezaba lo serio. Puso rumbo a Estados Unidos para disputar el primer gran torneo del año: Indian Wells. En California, tras sufrir con Gulbis se impuso con solvencia ante Federer y Berdych para en la final remontar a Del Potro y ganar un Masters 1000 en pista dura. Algo impensable a su regreso. De Estados Unidos se fue a preparar la temporada de tierra batida. Un ATP 500, tres ATP 1000 y Roland Garros, donde hoy ha puesto fin a la temporada sobre arcilla. En Montecarlo Rafa buscaba el noveno título consecutivo. Sufrió con Dimitrov en cuartos de final y en la final, ante Djokovic, iba a sufrir la segunda derrota del año. Y la última hasta ahora. Nadal era destronado de Montecarlo ocho años después y Nole amenazaba, como en 2011, con ser emperador sobre el polvo de ladrillo. Pero dos semanas después, y levantando por medio el Conde de Godó, Nadal tendría la oportunidad de demostrar que sigue siendo el rey de la tierra. Djokovic cayó en su debut en Madrid ante Dimitrov, quien unas semanas antes había puesto en apuros a Nadal en Mónaco. Nadal sólo iba a tener un partido difícil en el torneo, ante David Ferrer, antes de llegar a su tercera final de Masters 1000 en el año; en la que se iba a imponer ante Wawrinka. El astro español se fue a Roma a defender el título conquistado un año antes frente a Djokovic. El camino pintaba complicado, especialmente tras recibir un 6-1 en el set inicial de su segundo partido, frente a Gulbis. Rafa pudo revertir la situación y avanzar a cuartos de final, donde llegó a estar contra las cuerdas frente a David Ferrer. Pero el hasta entonces hexacampeón de Roma supo derrotar al de Jávea y avanzar a semifinales. Venció con comodidad a Berdych y en la final se paseó ante Federer, al que derrotó por 6-1, 6-3. Rafa ganaba así su tercer Masters 1000 del año, y en mi opinión, la temporada 2013 ya era un éxito para él pasara lo que pasara de ahí en adelante. Pero Nadal no se iba a conformar con su  vigésimo cuarto Masters 1000 y quería el Grand Slam número 12. Y venía Roland Garros.

En mi opinión, el sorteo del viernes 24 era fundamental. Al menos en cuanto a las expectativas para el tenis español. Pese a 41 Grand Slam sin que Ferrer se presentara en una final, creía que once años después podía repetirse una final española, pero para eso era condición necesaria que Nadal fuera por el lado del cuadro de Djokovic y Ferrer por el de Federer. Si el de Jávea se cruzaba con el serbio veía realmente difícil que le derrotara a cinco sets. Pero cuando el sorteo quiso que una hipotética semifinal cruzara a Ferrer con Federer y a Nadal con Djokovic hablé de la opción de que la segunda mejor raqueta española llegara por fin a la final de un major (tweet). El sorteo dio el primer paso para que hubiera una final española.

Y empezó el tenis. La primera semana fue una auténtica gozada. Prueba de ello era que en 2010 y 2011 no hubo ningún partido en Roland Garros con tres tie-breaks y esta edición ya había habido dos partidos en primera ronda con tres desempates (Kyrgios-Stepanek y Monfils-Berdych). Esta jornada inicial dejaba duelos inolvidables como los que protagonizaron Berdych y Monfils, Tipsarevic y Verdasco, Haas e Isner, Robredo y Monfils, Robredo y Almagro, Wawrinka y Gasquet o Federer y Simon. Para mi hubo dos tenistas a destacar en esta primera semana: uno Ferrer por la perfección de su tenis. Una auténtica apisonadora que arrolló a sus rivales, uno tras otro, sin ceder ni un set. Y así sería hasta llegar a la final. El otro gran protagonista se encuentra partiendo de la contextualización. Se trata de Tommy Robredo. Lesiones, veteranía y un regreso esperanzador. Por primera vez en la era Abierta un jugador remontaba un 0-2 durante tres rondas consecutivas. Lo hizo Robredo a base de tenis y corazón ante Sijsling, Monfils y Almagro. Acabó cayendo en cuartos de final ante Ferrer. Tal vez si no se tratara de Ferru hubiera sido capaz de protagonizar la cuarta remontada consecutiva. Nunca lo sabremos.

Y el heptacampeón y defensor del título empezaba su camino sembrando dudas. Por primera vez Nadal perdía la manga inicial en un torneo de Grand Slam, después de 33 precedentes. Había que empezar a remontar el duelo inaugural ante Brands. Rafa llegó a estar 3-0 abajo en el tie-break del 2do set. Podía ser un 2-0 que dejara a Nadal al borde del abismo, pero el Rey de la Tierra se recompuso y dio vuelta el tie-break y el partido. 3-1 y a segunda ronda. Ahí esperaba Klizan que le volvió a ganar el primer set. Tocó volver a remontar y lo hizo con un triple 6-3, sin llevar a cabo su mejor tenis, y ni siquiera aproximarse. En tercera ronda, Fognini, a quien había derrotado con comodidad en Roma, le llevó al tie-break en el primer set, y aunque Nadal se impuso por 3-0 seguía sin encontrar su mejor versión. A partir de aquí y conforme se enfrentaba a mejores rivales iría encontrándose. Por otra parte, su gran rival, Novak Djokovic, había empezado a un buen nivel el torneo y solucionaba sus partidos sin apenas dificultades. Así, Nadal se presentaba en cuarta ronda donde tenía que enfrentar a Nishikori. Era el lunes y con el comienzo de la segunda semana, su preferida, llegaría su mejor tenis. Primer triunfo cómodo en el torneo para el balear y ya estaba en cuartos de final, donde se mediría a Wawrinka. Los nueve precedentes con nueve triunfos sin ceder un set adelantaban lo que sería el partido. Victoria tranquila cediendo sólo seis juegos y a semifinales. Semifinales porque así lo llama el cuadro, aunque por el significado se trataba de una auténtica final. Novak Djokovic era el único rival que todos pensábamos que podía complicar a Rafa. Y cualquier mente objetiva creía que el vencedor de este duelo sería el campeón de Roland Garrros. Y este duelo, sin duda, será el que pasará a la historia como el mejor partido de Roland Garros 2013. No sé si el más emocionante, porque lo de la primera semana en los duelos iniciales es difícil de superar. Pero el nivel de los dos tenistas deja todo lo demás en segundo lugar. Djokovic empezó fuerte, como acostumbra, y se hizo con los primeros cinco puntos del partido. Pero Rafa supo seguirle el ritmo hasta lograr un break que le ponía en ventaja. Manteniendo su saque se llevó la primera manga. En el segundo set, Nadal volvió a adelantarse y parecía encarrilar el partido, pero el serbio quería lograr el Grand Slam y no se iba a rendir. Con 3-2 para Nadal, Djokovic ganó cuatro juegos consecutivos e igualó el partido. Nadal no quiso ser menos y se hizo con los cinco primeros juegos de la tercera manga, llegando a disponer de dos bolas de set al resto para ganar el set en blanco. Djokovic las ganó pero con su servicio Nadal dejó el set en 6-1. La cuarta manga pudo ser la definitiva ya que con 6-5 Nadal sacaba para set y partido. Pero Nole logró el break y acto seguido se llevó el tie-break. Dos sets iguales y se decidía a una manga. Para colmo, comenzó sacando Nadal y Djokovic volvió a romper. El partido siguió sin roturas hasta el 4-3 con saque de Novak. Con 40 iguales Djokovic cometió un error de patio de colegio. Dispuso de una volea para ponerse en ventaja con Nadal vencido, y después de rematarla cayó sobre la red. El punto fue entonces para Nadal, que se puso en ventaja y logró romper el saque. 4-4. Y 5-4, 5-5, 6-5, 6-6, 7-6, 7-7 y 8-7. Djokovic sacaba para seguir en el partido pero Nadal había decidido que su octava final de Roland Garros no podía esperar más. Break en blanco, 9-7 y a la final después de llevarse un partido histórico que tanto recordaba a la final del Abierto de Australia que protagonizaron estos dos mismos maestros de la raqueta en 2012. 

Ferrer tenía una semifinal más accesible, sobre todo después de que Tsonga se deshiciera de Federer y el de Jávea pudiera así enfrentar a un rival de menos jerarquía, sin dejar de ser un fantástico tenista. Si bien había más nivel en la semifinal que enfrentaba a los número 1 y 4 del mundo, la que enfrentaba a Ferrer y Tsonga ponía cara a cara también a los dos únicos jugadores que no habían cedido un sólo set en el torneo. Ferrer iba en serio a por su primera final de Grand Slam y se deshizo del jugador local sin dificultades. 3-0 y después de once años habría una final española otra vez.

La final no tuvo mucha historia. Ferrer empezó bien, batalló y recuperó el break en cuanto Nadal se lo hizo. Pero fue sólo un espejismo del verdadero Ferrer. Le pudo la presión, la situación, la Philippe Chatrier, mientras que a Nadal, veterano guerrero curtido en mil batallas como esta, se sentía como pez en el agua. Así fue ganando set a set hasta imponerse por un contundente 3-0 en la que es la final más cómoda para Nadal desde que en 2008 venciera a Federer cediendo sólo cuatro juegos.

Y así, Nadal lo volvió a hacer. 43 victorias sobre 45 partidos en 2013. Se convierte en el primer tenista de la historia que gana ocho veces un mismo Grand Slam. Su cosecha en Majors asciende a 12 títulos. Es el primer tenista que logra 59 triunfos en Roland Garros. Y además, lo logra en sólo 60 partidos. ¿Qué más se puede agregar? Nadal es historia viva, es leyenda del tenis y un mito del deporte. Y si algo no se puede hacer jamás es dar por muerto a un mito. Porque allá donde haya algo que se asemeje a una partícula de oxígeno se agarrará para respirar, tomar fuerza y volver de nuevo. Es Nadal VIII.