domingo, 9 de junio de 2013

Nadal VIII



Otra vez lo ha vuelto a hacer. Rafa Nadal ha dejado que se especule sobre que estaba acabado. Volvió en Viña del Mar con un tenis dubitativo y sucumbió en la final ante Zeballos. Nadal cayendo en tierra batida contra el número 73 de la ATP. ¿El principio del fin? El debate Rafa lo dejaba para los demás. Él se centraba en regresar a su mejor nivel. Mordió el trofeo en Sao Paulo a medio gas e hizo lo propio en Acapulco hasta la final, donde ahí sí, mostró su mejor versión y barrió a Ferrer (6-0, 6-2). Tres torneos menores con dos títulos y una final. Pero empezaba lo serio. Puso rumbo a Estados Unidos para disputar el primer gran torneo del año: Indian Wells. En California, tras sufrir con Gulbis se impuso con solvencia ante Federer y Berdych para en la final remontar a Del Potro y ganar un Masters 1000 en pista dura. Algo impensable a su regreso. De Estados Unidos se fue a preparar la temporada de tierra batida. Un ATP 500, tres ATP 1000 y Roland Garros, donde hoy ha puesto fin a la temporada sobre arcilla. En Montecarlo Rafa buscaba el noveno título consecutivo. Sufrió con Dimitrov en cuartos de final y en la final, ante Djokovic, iba a sufrir la segunda derrota del año. Y la última hasta ahora. Nadal era destronado de Montecarlo ocho años después y Nole amenazaba, como en 2011, con ser emperador sobre el polvo de ladrillo. Pero dos semanas después, y levantando por medio el Conde de Godó, Nadal tendría la oportunidad de demostrar que sigue siendo el rey de la tierra. Djokovic cayó en su debut en Madrid ante Dimitrov, quien unas semanas antes había puesto en apuros a Nadal en Mónaco. Nadal sólo iba a tener un partido difícil en el torneo, ante David Ferrer, antes de llegar a su tercera final de Masters 1000 en el año; en la que se iba a imponer ante Wawrinka. El astro español se fue a Roma a defender el título conquistado un año antes frente a Djokovic. El camino pintaba complicado, especialmente tras recibir un 6-1 en el set inicial de su segundo partido, frente a Gulbis. Rafa pudo revertir la situación y avanzar a cuartos de final, donde llegó a estar contra las cuerdas frente a David Ferrer. Pero el hasta entonces hexacampeón de Roma supo derrotar al de Jávea y avanzar a semifinales. Venció con comodidad a Berdych y en la final se paseó ante Federer, al que derrotó por 6-1, 6-3. Rafa ganaba así su tercer Masters 1000 del año, y en mi opinión, la temporada 2013 ya era un éxito para él pasara lo que pasara de ahí en adelante. Pero Nadal no se iba a conformar con su  vigésimo cuarto Masters 1000 y quería el Grand Slam número 12. Y venía Roland Garros.

En mi opinión, el sorteo del viernes 24 era fundamental. Al menos en cuanto a las expectativas para el tenis español. Pese a 41 Grand Slam sin que Ferrer se presentara en una final, creía que once años después podía repetirse una final española, pero para eso era condición necesaria que Nadal fuera por el lado del cuadro de Djokovic y Ferrer por el de Federer. Si el de Jávea se cruzaba con el serbio veía realmente difícil que le derrotara a cinco sets. Pero cuando el sorteo quiso que una hipotética semifinal cruzara a Ferrer con Federer y a Nadal con Djokovic hablé de la opción de que la segunda mejor raqueta española llegara por fin a la final de un major (tweet). El sorteo dio el primer paso para que hubiera una final española.

Y empezó el tenis. La primera semana fue una auténtica gozada. Prueba de ello era que en 2010 y 2011 no hubo ningún partido en Roland Garros con tres tie-breaks y esta edición ya había habido dos partidos en primera ronda con tres desempates (Kyrgios-Stepanek y Monfils-Berdych). Esta jornada inicial dejaba duelos inolvidables como los que protagonizaron Berdych y Monfils, Tipsarevic y Verdasco, Haas e Isner, Robredo y Monfils, Robredo y Almagro, Wawrinka y Gasquet o Federer y Simon. Para mi hubo dos tenistas a destacar en esta primera semana: uno Ferrer por la perfección de su tenis. Una auténtica apisonadora que arrolló a sus rivales, uno tras otro, sin ceder ni un set. Y así sería hasta llegar a la final. El otro gran protagonista se encuentra partiendo de la contextualización. Se trata de Tommy Robredo. Lesiones, veteranía y un regreso esperanzador. Por primera vez en la era Abierta un jugador remontaba un 0-2 durante tres rondas consecutivas. Lo hizo Robredo a base de tenis y corazón ante Sijsling, Monfils y Almagro. Acabó cayendo en cuartos de final ante Ferrer. Tal vez si no se tratara de Ferru hubiera sido capaz de protagonizar la cuarta remontada consecutiva. Nunca lo sabremos.

Y el heptacampeón y defensor del título empezaba su camino sembrando dudas. Por primera vez Nadal perdía la manga inicial en un torneo de Grand Slam, después de 33 precedentes. Había que empezar a remontar el duelo inaugural ante Brands. Rafa llegó a estar 3-0 abajo en el tie-break del 2do set. Podía ser un 2-0 que dejara a Nadal al borde del abismo, pero el Rey de la Tierra se recompuso y dio vuelta el tie-break y el partido. 3-1 y a segunda ronda. Ahí esperaba Klizan que le volvió a ganar el primer set. Tocó volver a remontar y lo hizo con un triple 6-3, sin llevar a cabo su mejor tenis, y ni siquiera aproximarse. En tercera ronda, Fognini, a quien había derrotado con comodidad en Roma, le llevó al tie-break en el primer set, y aunque Nadal se impuso por 3-0 seguía sin encontrar su mejor versión. A partir de aquí y conforme se enfrentaba a mejores rivales iría encontrándose. Por otra parte, su gran rival, Novak Djokovic, había empezado a un buen nivel el torneo y solucionaba sus partidos sin apenas dificultades. Así, Nadal se presentaba en cuarta ronda donde tenía que enfrentar a Nishikori. Era el lunes y con el comienzo de la segunda semana, su preferida, llegaría su mejor tenis. Primer triunfo cómodo en el torneo para el balear y ya estaba en cuartos de final, donde se mediría a Wawrinka. Los nueve precedentes con nueve triunfos sin ceder un set adelantaban lo que sería el partido. Victoria tranquila cediendo sólo seis juegos y a semifinales. Semifinales porque así lo llama el cuadro, aunque por el significado se trataba de una auténtica final. Novak Djokovic era el único rival que todos pensábamos que podía complicar a Rafa. Y cualquier mente objetiva creía que el vencedor de este duelo sería el campeón de Roland Garrros. Y este duelo, sin duda, será el que pasará a la historia como el mejor partido de Roland Garros 2013. No sé si el más emocionante, porque lo de la primera semana en los duelos iniciales es difícil de superar. Pero el nivel de los dos tenistas deja todo lo demás en segundo lugar. Djokovic empezó fuerte, como acostumbra, y se hizo con los primeros cinco puntos del partido. Pero Rafa supo seguirle el ritmo hasta lograr un break que le ponía en ventaja. Manteniendo su saque se llevó la primera manga. En el segundo set, Nadal volvió a adelantarse y parecía encarrilar el partido, pero el serbio quería lograr el Grand Slam y no se iba a rendir. Con 3-2 para Nadal, Djokovic ganó cuatro juegos consecutivos e igualó el partido. Nadal no quiso ser menos y se hizo con los cinco primeros juegos de la tercera manga, llegando a disponer de dos bolas de set al resto para ganar el set en blanco. Djokovic las ganó pero con su servicio Nadal dejó el set en 6-1. La cuarta manga pudo ser la definitiva ya que con 6-5 Nadal sacaba para set y partido. Pero Nole logró el break y acto seguido se llevó el tie-break. Dos sets iguales y se decidía a una manga. Para colmo, comenzó sacando Nadal y Djokovic volvió a romper. El partido siguió sin roturas hasta el 4-3 con saque de Novak. Con 40 iguales Djokovic cometió un error de patio de colegio. Dispuso de una volea para ponerse en ventaja con Nadal vencido, y después de rematarla cayó sobre la red. El punto fue entonces para Nadal, que se puso en ventaja y logró romper el saque. 4-4. Y 5-4, 5-5, 6-5, 6-6, 7-6, 7-7 y 8-7. Djokovic sacaba para seguir en el partido pero Nadal había decidido que su octava final de Roland Garros no podía esperar más. Break en blanco, 9-7 y a la final después de llevarse un partido histórico que tanto recordaba a la final del Abierto de Australia que protagonizaron estos dos mismos maestros de la raqueta en 2012. 

Ferrer tenía una semifinal más accesible, sobre todo después de que Tsonga se deshiciera de Federer y el de Jávea pudiera así enfrentar a un rival de menos jerarquía, sin dejar de ser un fantástico tenista. Si bien había más nivel en la semifinal que enfrentaba a los número 1 y 4 del mundo, la que enfrentaba a Ferrer y Tsonga ponía cara a cara también a los dos únicos jugadores que no habían cedido un sólo set en el torneo. Ferrer iba en serio a por su primera final de Grand Slam y se deshizo del jugador local sin dificultades. 3-0 y después de once años habría una final española otra vez.

La final no tuvo mucha historia. Ferrer empezó bien, batalló y recuperó el break en cuanto Nadal se lo hizo. Pero fue sólo un espejismo del verdadero Ferrer. Le pudo la presión, la situación, la Philippe Chatrier, mientras que a Nadal, veterano guerrero curtido en mil batallas como esta, se sentía como pez en el agua. Así fue ganando set a set hasta imponerse por un contundente 3-0 en la que es la final más cómoda para Nadal desde que en 2008 venciera a Federer cediendo sólo cuatro juegos.

Y así, Nadal lo volvió a hacer. 43 victorias sobre 45 partidos en 2013. Se convierte en el primer tenista de la historia que gana ocho veces un mismo Grand Slam. Su cosecha en Majors asciende a 12 títulos. Es el primer tenista que logra 59 triunfos en Roland Garros. Y además, lo logra en sólo 60 partidos. ¿Qué más se puede agregar? Nadal es historia viva, es leyenda del tenis y un mito del deporte. Y si algo no se puede hacer jamás es dar por muerto a un mito. Porque allá donde haya algo que se asemeje a una partícula de oxígeno se agarrará para respirar, tomar fuerza y volver de nuevo. Es Nadal VIII.


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