No voy a hablar de finales de Copa de Europa aunque haya ganado tres. No voy a hablar de Balones de Oro por más que tenga otros tres. No voy a hablar de Mundiales por más que haya sido la figura más importante de dos: en uno por haber sido el mejor, en otro por haberse negado a jugar. No voy a hablar de camisetas aunque vistieras alguna de las más importantes del mundo.
No hay una fecha concreta. Es una tarde cualquiera de un día cualquiera, en Ámsterdam. Década de los '60, o de los '70. De piernas delgadas, un joven predestinado a convertirse en fumador compulsivo conduce una pelota en un partido cualquiera. Impone un cambio de ritmo que impresiona, una velocidad de vértigo y un regate que, medio siglo después, está en peligro de extinción. Su visión de juego no es un detalle menor. No hace justicia con Cruyff hablar de aquella gran noche. Aquel campeonato. El legado de Johan Cruyff va mucho más lejos.
Revolucionó el fútbol, abrió las puertas del fútbol moderno y le aportó el fútbol total. Para siempre. Lo conoció sobre el terreno de juego bajo la batuta de Rinus Michels y lo perfeccionó desde el banquillo. Obsesión por la tenencia del esférico, presión alta sobre el adversario y triangulaciones para romper las líneas rivales. Fue el primer futbolista, y a día de su muerte el único, en haber sido leyenda primero como jugador, y alcanzar el grado de leyenda también como entrenador. No hay una tarde para resumir a Cruyff. Hay toda una vida. Un hombre de fútbol.
Hasta siempre, Johan.
No hay una fecha concreta. Es una tarde cualquiera de un día cualquiera, en Ámsterdam. Década de los '60, o de los '70. De piernas delgadas, un joven predestinado a convertirse en fumador compulsivo conduce una pelota en un partido cualquiera. Impone un cambio de ritmo que impresiona, una velocidad de vértigo y un regate que, medio siglo después, está en peligro de extinción. Su visión de juego no es un detalle menor. No hace justicia con Cruyff hablar de aquella gran noche. Aquel campeonato. El legado de Johan Cruyff va mucho más lejos.
Revolucionó el fútbol, abrió las puertas del fútbol moderno y le aportó el fútbol total. Para siempre. Lo conoció sobre el terreno de juego bajo la batuta de Rinus Michels y lo perfeccionó desde el banquillo. Obsesión por la tenencia del esférico, presión alta sobre el adversario y triangulaciones para romper las líneas rivales. Fue el primer futbolista, y a día de su muerte el único, en haber sido leyenda primero como jugador, y alcanzar el grado de leyenda también como entrenador. No hay una tarde para resumir a Cruyff. Hay toda una vida. Un hombre de fútbol.
Hasta siempre, Johan.
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