domingo, 7 de diciembre de 2014

REGLA 12: SUJETAR A UN ADVERSARIO


El fútbol es el deporte de barra de bar por excelencia. Aquel del que todos hablan sin necesidad de saber. Unos afirman que el mejor fue Maradona, otros que lo fue Pelé, algunos le otorgan el trono a Messi y algún nostálgico piensa que es y será de Di Stéfano. Pero casi ninguno de los que afirman eso con rotundidad conoce la historia de Matthias Sindelar, aunque eso no les importe para afirmar con rotunidad quién fue el mejor. Eso dejando de lado que muchos de ellos prácticamente no vieron más que un recopilatorio de jugadas del "número 1" que defienden.


Así, no debe sorprendernos que ocurra lo mismo cuando se habla de reglamento. Ayer se señaló un penalti en el Real Madrid-Celta a favor del conjunto local, y sorprendentemente hay casi unanimidad en que no fue penalti. En los bares, en Twitter y hasta en la prensa. En GANAR POR UNO nos atrevemos a llevar la contraria a esa mayoría, y lo hacemos convencidos de que la FIFA nos da la razón a través de su reglamento de juego.


¿Hubo penalti? Como en todo juego correctamente regulado, en fútbol podemos encontrar un reglamento. La FIFA, centenaria institución que gobierna las federaciones de fútbol en todo el planeta, regula los tiros libres directos en la denominada "regla 12".

En esta regla 12 recoge diez tipos de infracciones diferentes. Las seis primeras infracciones sólo deben señalarse cuando haya imprudencia, temeridad o un uso excesivo de fuerza. Después, hay un segundo grupo de cuatro infracciones, que es el que nos interesa ahora. Una de esas cuatro infracciones consiste en "sujetar a un adversario". Y según el reglamento de la FIFA deberá castigarse siempre que la acción ocurra, sin tenerse en cuenta la imprudencia, temeridad o el uso de fuerza empleado. Por tanto, siempre que un jugador sujete a un adversario en el terreno de juego y mientras el balón se halle en juego, ha de castigarse con un libre directo si la acción tiene lugar fuera del área del defensor o con un penalti si ocurre en el área del infractor.


El penalti de Jonny sobre Cristiano Ronaldo estuvo bien sancionado. El problema es cuántos penaltis como el de Jonny, o incluso con mayor empleo de fuerza, se ven en cada partido y quedan impunes. Si el 90% de las veces se juzgan mal las jugadas no hay que lamentar el 10% de acierto sino el 90% de fallo. Y si un penalti es demasiado castigo para un agarrón leve deberá modificarse el reglamento. Pero a día de hoy "sujetar a un adversario" está prohíbido según la FIFA, y si esto ocurre dentro del área debe ser penalti. Por tanto, Undiano Mallenco acertó al señalar la pena máxima, pese a la reprochable actitud de Cristiano que se deja caer (el agarrón no era suficiente como para derribarle) cuando es consciente de que no puede alcanzar el balón que Marcelo puso en el área.


No entramos a valorar con este artículo el arbitraje del partido del Santiago Bernabéu, ni si algún equipo fue beneficiado o perjudicado. El Real Madrid habrá sido beneficiado si hay acciones similares no castigadas en el área de Iker Casillas. Pero ese debate no nos interesa en GANAR POR UNO, siendo el desconocimiento general del reglamento -prensa incluída-  el motivo único de este artículo.


domingo, 17 de agosto de 2014

Destino: América



No me pidan que me emocione, porque soy libre para no hacerlo. Tampoco me pidan que lo niegue, porque soy preso de la objetividad. De la mía. Subjetiva como todas, sí, pero tratando de aproximarse al máximo a la realidad.

Hace cuatro días cambió la historia del fútbol argentino. Y en menor medida la de todo el fútbol sudamericano. Por tercera edición consecutiva, la máxima competición del segundo continente más grande del planeta tuvo un nuevo campeón. Corinthians (2012) y Atlético Mineiro (2013) habían cambiado la historia del fútbol brasileño, en un hecho que no gozó de tanta trascendía más allá de las fronteras brasileñas, y ahora es San Lorenzo quien se suma a la nómina de campeones y se convierte en el 25º campeón del torneo.

Todo empezó hace poco más de dos años, cuando moría el Clausura 2012 y San Lorenzo coqueteaba con una segunda división de la que empezaba a sentirse parte. En la fecha 16, un 0-2 parcial de Newell’s en el Bajo Flores parecía sentenciar el fracaso de los hombres de Caruso, que heroicamente lo dieron vuelta en un segundo tiempo que encontró muy inspirado al entonces recién llegado Julio Buffarini. San Lorenzo volvía a la vida aparentemente sólo para volver a morir: derrota en Tigre y empate con Independiente para llegar a la última fecha con pie y medio en la división de plata. San Lorenzo sólo podía aspirar a terminar en Promoción.  Necesitaba y que perdiera Atlético Rafaela (ganó) o que  Banfield no ganara. Si Banfield empataba jugarían un desempate por ver quién descendía y quién jugaba promoción, mientras que si el Taladro perdía una victoria de San Lorenzo le llevaba a eludir el descenso, y jugársela en una promoción. San Lorenzo hizo los deberes y Banfield cayó vapuleado en su propio feudo, convirtiéndose en equipo de Segunda división. El Ciclón se la jugaría con Instituto. Y se adjudicó la promoción con lo que pudo mantener su plaza en la máxima categoría del fútbol argentino. Un gol de Ortigoza, el penúltimo a día de hoy, contribuyó a que lo consiguiera. Desde los once metros, no podía ser de otra manera.

San Lorenzo se rehízo y pasó de luchar por seguir en Primera a asentarse en la categoría primero, y pelear los campeonatos después. 11º en el siguiente torneo y 4º en el Final 2013, donde además llegó a disputar la final de Copa Argentina. Para el Torneo Inicial 2013 San Lorenzo se erigió como uno de los firmes candidatos a ganar un torneo que, parecía, nadie quería llevar a sus vitrinas. Lo aprovecharon los ahora hombres de Juan Antonio Pizzi para que en San Juan y Boedo se festejara un título después de seis años. Y con ello volver a la Copa Libertadores.

Historia conocida la de esta Copa Libertadores. Clasificación agónica en fase de grupos contra el Botafogo, emocionante pase de ronda a cuartos de final por penaltis contra el Grêmio, defensa del resultado de ida en el Mineirao contra Cruzeiro para colarse en semifinales y goleada post Mundial a Bolívar en el Nuevo Gasómetro. Empate en Paraguay en el partido de ida de la final y, ahora sí, el último gol de Ortigoza con la camiseta de San Lorenzo. El primero después de la promoción por seguir en Primera. También desde los once metros, claro. Carrera larga y perpendicular al arco del paraguayo para dejar que el portero se decante antes de tiempo. El guardameta elige su derecha como ya hiciera el arquero de Instituto, y Ortigoza la manda también por su propia derecha, como dos años atrás. Primero para seguir en Primera, ahora para ser campeón de América.

Bonita historia la que escribió el flamante campeón de América desde aquel 3-2 contra Newell’s hasta el 1-0 a Nacional de Paraguay. El fútbol, el deporte más popular y por consiguiente el que más emociones genera, es el único en el que se cuestiona cada logro. Los amantes del tenis no discuten el triunfo de Nadal, Djokovic o Federer. A lo sumo alguien puede escudarse en una lesión o en una superficie poco favorable, pero nadie le va a negar un título de Grand Slam a un tenista que lo ostenta en su vitrina. Tampoco imagino en rugby a franceses, que acariciaron la gloria en tres ocasiones, negando el Mundial que su gran rival del VI Naciones conquistó en 2003. Tuvieron a Wilkinson y su brillantemente calibrado pie en el momento oportuno y se adjudicaron un Mundial que quizás antes había merecido más Francia. Pero nunca negárselo ni hablar de complots. Podríamos hacer un largo recorrido por los distintos deportes y nunca encontraremos los traumas personales, paranoias y complejos de los hinchas futboleros. Por ello, sin miedo a caer en la ridiculez se habla ahora de rivales vendidos, copas compradas y demás trampas que puedan embarrar una, sencillamente, meritoria conquista que a unos gustará más y a otros menos. Cuestionar la legitimidad del título me parece tan ridículo como otorgarle valor de milagro papal.

La grandeza del deporte en general, y del fútbol en particular, pasa por lo impredecible del futuro. La magia de una historia que permanece imborrable en la eternidad y la continua batalla por, en un futuro, formar parte de ella. Pasó el Barcelona una maldición parecida a la de San Lorenzo desde 1956 hasta 1992. No fue hasta la 37º cuando uno de los equipos más respetados en Europa se alzó con su primera Copa de Europa, después de haber rozado la gloria en 1961 y 1986. Pobre de aquel que pensara que el Barcelona pasaría la eternidad sin alzarse como campeón continental. Más tiempo le costó ser campeón del mundo (2009), un honor que otro gigante como el Liverpool, cinco veces campeón de Europa, aún no ha conseguido. La Copa de Europa sigue siendo esquiva para otros grandes como Atlético de Madrid (finalista en 1974 y 2014) o Arsenal (finalista en 2006). Mayor desgracia la del América de Cali (1985, 1986, 1987 y 1996), que desde la segunda división colombiana lamenta las cuatro finales que le privaron de la sensación de sentirse campeón de toda una confederación. Pero la historia del fútbol acaba de empezar, y más reciente aún es la de las competiciones continentales, que apenas han cumplido medio siglo recientemente. La gloria, paciente y caprichosa como ella sola, seguirá esperándoles. Siempre espera.

Es el momento de San Lorenzo. Quien pueda que lo disfrute, quien sufra que aguante el temporal y quien quiera que lo reconozca. Negar una hazaña no te hace más hincha, tal vez sí menos futbolero. El deporte más popular es el que más hinchas de clubes tienes, pero quizás también sea el que cuenta con una mayor proporción de aficionados a los que sólo interesa aquello que involucre a su propio club. Son aquellos que no lograrán emocionarse, ni siquiera disfrutar, con las hazañas de Preston North End, los equipos de Chapman, el “Wunderteam” austriaco, el “Grande Torino”, el Real Madrid de Di Stéfano, el Santos de Pelé, el Estudiantes de Zubeldía, Brasil del ’70, los Ajax o Bayern de la misma década, la Argentina de Maradona, el Milan de Sacchi, el Dream Team de Cruyff o la España del triplete. Esos como ejemplos entre las decenas y decenas de equipos que con menor o mayor gloria se hicieron un hueco en la historia. Esos que todo futbolero debería reconocer y que al hincha de un club, pero no de fútbol, ni siquiera interesan.

Felicidades al campeón y a esperar una nueva Copa que ilusione a los hinchas de los 32 participantes a lo largo de agónicas e interminables noches que coronarán a uno sólo. La Copa Libertadores 2014 es historia y ya sólo la disfrutaremos a través de vídeos y letras. Libertadores 2015, te estamos esperando.


martes, 15 de julio de 2014

El Mundial de Messi

El Mundial de Messi no ha dejado indiferente a nadie. De un lado quienes restan mérito a cualquier acción del astro argentino, de otro quienes aplauden absolutamente todo por el mero hecho de tratarse de Leo Messi. Y en el medio, quienes intentan ver qué hizo realmente.

Messi llegó a Brasil después de una temporada "discreta". Discreta con comillas porque prácticamente sólo si se trata de Lionel Messi puede pasar por discreta una campaña en la que superó la barrera de los 40 goles. Si Messi fuera un 9 cualquiera estaríamos hablando de una temporada sobresaliente. Pero Messi no son goles. No para quienes hemos visto la evolución de este jugador. Messi es crear, jugar, hacer jugar y, por supuesto, anotar. Todo eso le llevo a ser el mejor jugador del momento e indiscutiblemente uno de los grandes de la historia. Este año dejó de crear, jugar y hacer jugar, y se limitó a anotar. Demasiado poco para Messi.

No hace tanto que bajo la batuta de Josep Guardiola, un Leo Messi acompañado en el frente de ataque por Villa y Pedro se convertía en el primer defensa de un Barcelona que apenas tardaba unos segundos en recuperar el balón, herramienta con la que empezaban a desesperar a cualquier rival. Un inagotable Messi cuya primer aporte al equipo era una contribución defensiva. Ya con el balón, era frecuente ver a Messi acercarse a Xavi o Busquets para jugar el balón, e incluso arrancar desde tres cuartos de cancha la carrera. El lugar donde más daño hace. Así, ni siquiera era una locura ver a Messi recibir de Piqué o Puyol, pues en la primera fase de la jugada bien podía ser un centrocampista más, antes de apoyarse en Iniesta o Alves para reincorporarse a la jugada ya como delantero. Esa es la versión de Messi que merecidamente conquistó cuatro veces el Balón de Oro entre 2009 y 2012.

Desde entonces hemos encontrado un Messi distinto, un '10' que con el tiempo ha sido más '9'. Se acabó ese Messi activo en la presión que de la mano de Guardiola se convirtió en el indiscutible número 1 del mundo. Y se acabó también ese Messi que baja constantemente a recibir, ese Messi que jugaba sin balón y aprovechaba ser el principal objetivo de cualquier defensa para arrastrar la marca -o las marcas- y abrir espacios para, también sin tocar el balón, ser determinante en los ataques de su equipo. El nuevo Messi finaliza las jugadas como nadie, y es tan bueno que también puede dar el último pase. Porque en el juego estático, sin apenas mover las piernas, tiene la capacidad dejar sólo a cualquier compañero frente al portero rival. Pero anotar y asistir son las únicas virtudes del nuevo Messi, que sirven para mantener el nivel de su estadística individual, pero no para dar mantener la aparente superioridad numérica del equipo que integra.

Y ese es el Messi que llegó a Brasil. ¿Se reservó durante el año? Personalmente lo dudo. No me imagino un jugador reservándose en una final de Copa contra el Real Madrid, en una eliminatoria de Champions League o en una "final" por la Liga. Y fue ese exactamente el estilo de juego que desempeño Messi en los grandes partidos de la temporada. Messi llegó a Brasil con mucha hambre, y en el inicio de cada partido se le vio activo en la presión y bajando a recibir el balón. También lo habíamos visto en el último partido de Liga, en el que una victoria hubiera dado el título al Barcelona de Martino. A mi me recordaba al Messi de la época de Guardiola, y creí durante Argentina-Bosnia que podríamos llegar a ver la versión total del '10'. Así, bajando a recibir, llegó el primer gol de Messi en el debut de Argentina. Pero el Messi activo en el juego disminuía su presencia del juego conforme avanzaban los minutos. Y esto se fue repitiendo en cada partido. Es difícil ver un jugador que en cada partido se apaga con el paso del minutos y no creer que no se halla en un óptimo estado físico. Y es difícil que un jugador que se ha pasado un año "caminando" pueda llegar bien a un Mundial. Messi fue la gran esperanza de Argentina en cada partido, y en la primera fase fue capaz de responder con goles. Tantos que significaron triunfos y que sirvieron para esconder un rendimiento que distaba del que tantas veces antes había dado.

El rendimiento de Messi una vez llegada las instancias a vida o muerte fue calcado al de la primera fase, pero sin goles. El '10' no supo liderar el que sobre el papel parecía ser el mejor ataque de la competición, siendo Di María el principal arma ofensiva del seleccionado de Sabella. Durante el Mundial vimos un Messi voluntarioso como mostraban los primeros compases de cada partido, pero cuyo rendimiento mermaba con el desarrollo del encuentro. Seguramente la final sea el mejor ejemplo. Messi fue el mejor jugador sobre el campo en los primeros 45 minutos, y sólo le faltó un '9' que se desmarcara, arrastrara la marca y definiera. No lo tuvo y es cierto que no fue su culpa, por lo que no puedo calificar su primer tiempo de menos que sobresaliente. Pero, como en cada partido, también en la final la presión inicial se tradujo en un jugador que caminaba la cancha durante la segunda mitad, y que esperaba recibir el balón unos metros más adelante del lugar idóneo para él. Hablar del rendimiento de Higuaín o Palacio para justificar el mal Mundial de Messi es un error, pues Higuaín o Palacio no son estrellas mundiales, y como tal no se les puede exigir un rendimiento para el cual no están capacitados. Si Messi fuera Higuaín o Palacio podríamos hablar de que ha hecho un buen Mundial, pero Messi es Messi y sólo cumple las expectativas de quienes depositan en él su fe cuando crea, juega, hacer jugar y anota. Y en Brasil, igual que durante toda la temporada, dejó de crear, jugar y hacer jugar, y se limitó a anotar.