Ayer la selección chilena de fútbol selló su clasificación al Mundial de 2014 tras vencer a Ecuador por 2-1 y, por primera vez en la historia, accede por méritos deportivos a dos Mundiales consecutivos (cuando disputó los Mundiales de 1962 y 1966, el primero de ellos lo jugó en condición de anfitrión).
Lograr la clasificación a dos Mundiales consecutivos es algo que pudo haber logrado también en 1994 y 1998, cuando dos de sus miembros, Iván Zamorano y Marcelo Salas, eran grandes referentes del fútbol mundial. Pero en 1989, cuando Salas ni siquiera había cumplido los 14 años, un escándalo iba a descalificar a Chile del Mundial de 1994.
El 3 de septiembre de 1989, Brasil y Chile jugaban un partido por las eliminatorias al Mundial de 1990. El formato de clasificación al Mundial, desde la zona de Conmebol, era distinto al utilizado actualmente, donde todas las selecciones se enfrentan entre sí a doble partido. En aquél entonces las selecciones se dividían en tres grupos de tres selecciones. Las dos mejores primeras de grupo irían directamente al Mundial, y la tercera disputaría una repesca. Además, Argentina ya estaba clasificada como campeona del Mundial '86 (a diferencia del método actual, el campeón accedía directamente al Mundial donde defendía el título). Brasil y Chile colideraban el grupo 3, con dos victorias y un empate cada una.
Brasil vencía 1-0 a 20 minutos del final, cuando una bengala lanzada por una aficionada brasileña impactó en el área del "Cóndor" Rojas. El portero chileno cayó al suelo y con la cara ensangrentada abandonó el terreno de juego en camilla, dejando un partido que jamás se reanudaría.
Los brasileños se vieron fuera del Mundial, hasta que las imágenes que ofrecía la televisión empezaban a levantar sospechas sobre el guardameta de "La Roja". Las sospechas se confirmarían posteriormente. Una confesión del propio Roberto Rojas iba a evidenciar que este se había autolesionado con un bisturí. No era una maniobra sólo del guardameta, sino que Chile había ideado un plan para suspender el partido y que le concedieran los puntos. El plan terminó saliendo rematadamente mal en uno de los episodios más lamentables que ha conocido el fútbol de selecciones.
Salvo remontada, Chile se hubiera quedado fuera del Mundial de 1990 en cualquier caso, pero la siguiente generación de futbolistas se vio perjudicada y no pudo luchar por acceder al Mundial de Estados Unidos. 25 años después del lamentable suceso, Chile podrá disputar su segundo Mundial al hilo por méritos deportivos. Podrá buscar, por primera vez en su historia, el acceso a octavos de final en dos ediciones consecutivas, tras lograrlo en Sudáfrica de la mano de Marcelo Bielsa.
En GANAR POR UNO tuvimos la suerte de hablar con José Javier Ortega Rozalén, ocho veces campeón de España de lanzamiento de peso. El atleta compartió con nosotros una de las historias más increíbles que hemos podido conocer y que se presenta como argumento de peso -nunca mejor dicho- a la teoría de que el límite del deportista es su propia mente. Invitamos al lanzador del FC Barcelona a contar desde nuestro blog una historia que es difícil de encontrar en Internet y él accedió a compartirla con todos nuestros lectores. Es la increíble historia de Matthias Steiner.
Por José Javier Ortega Rozalén
Ortega compitiendo con el FC Barcelona
A lo largo de la historia del deporte, ha habido hazañas, proezas,
gestas, trampas... que son recordadas por el gran público y que han ido
pasando de generación en generación, acabando por ser conocidas por
muchos o casi todos nosotros. Pero existe una historia que me llama
mucho la atención, por encima de las demás, de la cual se ha escrito más
bien poco y ha muerto en algún que otro artículo de periódico o
comentario de Youtube. Y es la la siguiente:
Matthias Steiner
es un chico fornido nacido en Austria, donde hasta 2005, se forjó entre
hierros para llegar a la élite del deporte de la halterofilia. Todo
viene de familia, ya que su padre, años atrás, también fue un destacado
levantador. En 2004, se emparejó con una muchacha alemana. Ésta cautivó
al buenazo de Matthias, se casaron, y al año siguiente, éste emigró al
país teutón. Ya en Alemania, se le concedió la nacionalidad a principios
de 2008. El destino, cruel en este caso, hizo que en julio del año
anterior, Matthias sufriera el revés más amargo que le depararía la vida
hasta el momento: su chica sufrió un trágico accidente y fallecía días
después. A lo largo de esos durísimos días, Steiner le hizo una promesa a
su amada: conseguiría para ella el Oro Olímpico. Allá donde esté,
Susann puede estar orgullosísima de su marido, ya que Matthias cumplió
su promesa con creces. ¡Vaya si la cumplió!.
A mi, más que la
parte bonita y emotiva de esta historia, lo que me sorprende es el
desenlace de la prueba, cómo Matthias se alzó con el oro. Yo, como
lanzador de peso, soy amante de todos los deportes de fuerza, aquellos
donde el atleta trata de aunar técnica y fuerza hasta límites
insospechados intentando alcanzar la mejor prestación posible.
Antes de contar el desarrollo de la prueba explicaré los modos de competición de la halterofilia. Se compone de
dos modalidades. Una es la "arrancada" (snatch en inglés), donde el
objetivo es levantar la barra con el máximo peso posible desde el suelo
hasta arriba con un solo movimiento. Por otro lado, tenemos el "dos
tiempos", donde el objetivo es el mismo, pero esta vez en dos
movimientos (cargada y envión, clean and yerk en el idioma anglosajón).
Los kilogramos levantados en uno y otro movimiento, se suman, dando así el
"Total Olímpico". En campeonatos Mundiales y Europeos, se designan
vencedores y medallistas en las dos modalidades y el Total Olímpico. En
los JJOO, tan sólo se da medalla al Total Olímpico: quien levante más
kilos sumando las dos modalidades, es el que gana. Tan “fácil” como eso.
En caso de empate, gana el levantador de menor peso corporal en el
momento del pesaje.
Ahora viene la parte épica y espectacular:
Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Con la ausencia del iraní Hussein Razazadeh,
auténtico y absoluto dominador desde principios de siglo, y todavía
récordman mundial, se daba paso a una lucha abierta, como mínimo, a tres
bandas: El ruso Evgeny Chigishev, el alemán Matthias Steiner, y el
letón Viktors Scherbatihs. Estos eran, a priori, los tres candidatos al
reparto de las tres preseas. La competición comienza con la arrancada.
Se lleva la palma el ruso Evgeny Chigishev, levantando 210 kg (a un kg
de su marca), por delante de Viktors Scerbatihs, con 206 kg, marca
personal, y de Matthias Steiner, nuestro gran protagonista germano, que
levantó 203 kg, también marca suya. En este momento, las cosas se
decantaban en favor de Evgeny Chigishev. Tratándose de él, sólo un mal
fario podría apartarle del oro, ya que ninguno de sus rivales parecía
tener la osadía de plantar cara al gran campeón ruso. Si querían
vencerle, tendrían que sacarle en el dos tiempos, como mínimo, ¡¡8
kilos!!, ya que aventajándole en 7 kg habría un empate y la balanza se
decantaría del lado del ruso Chigishev, ya que era el más “ligero” en
esa competición.
Dicho esto, da comienzo la modalidad del dos
tiempos. Chigishev levanta 240 kg en su primer intento. El letón
consigue levantar 242 kg y falla 244 kg a falta de su última tentativa.
Steiner, en un intento por alzarse, como mímino, con la plata, falla en
246 kg pero consigue levantar, no sin apuros, 248 kg. En estos momentos
y tras levantar el ruso 247 kg, Steiner tiene momentáneamente la plata.
Por su parte, poco después el gran Evgeny Chigishev consigue subir su
tope personal a 250 kg. Yo creo que él se sabía ganador. Y no sólo yo.
Sólo hay que escuchar las dos últimas frases del comentarista del primer
vídeo que anexo más abajo: “...Chigishev Will be Olympic Champion,
there is no doubt about that now...”. El gesto del ruso al caer la
barra lo dice todo: "Scherbatihs no está pasando su mejor momento en el
dos tiempos, donde era capaz de levantar 260kg, Steiner ha fallado en
246 y las ha pasado canutas para 248, yo he levantado 250, me tienen que
sacar 8 kg... entrenador, creo que he ganado...". Ya os digo, es un
pensamiento mío, pero creo que en el fondo es lo que piensa. No sé qué
deporte practicáis vosotros o del cual sois aficionados, pero os aseguro
que hay deportes en los que se llega a un nivel, el cual mejorar un kg,
una centésima, un centímetro, cuesta años de esfuerzos, muchas veces
sin llegar a conseguirlo. Hoy, Scherbatihs y Steiner ya habían mejorado
su tope personal en la arrancada... ¿serían capaces de desbancar al
momentáneo poseedor del oro?
El ruso acaba su competición,
cuando el letón y el alemán piensan lo mismo, “ahora o nunca”, y se
hacen la misma pregunta: “¿cuánto hay que levantar para el oro, sea lo
que sea y cueste lo que nos cueste?” El letón carga en la barra 257kg, y
a juzgar por el intento, no estuvo excesivamente lejos y seguro que el
ruso titubeó ligeramente después de la cargada. Segundos después, se
carga un kg más en la barra, 258 kg y el alemán Steiner la mira
desafiante y lo intenta. Había levantado 248 kg esa tarde y su tope
personal eran 250 kg... ¿iba a mejorar 10 kg más de golpe en un día y
mejorar su marca personal en 8 kg? Ahí es donde su chica le dio, desde
allí arriba, ese empujoncito para levantar los 258 kg. Un poema se
podría escribir viendo la cara de Evgeny Chigishev, mientras bebía agua,
cuando Steiner hizo su intento válido y se colgó el oro.
PD:
Esta historia es la cara del deporte. 4 años después, Matthias tenía a
mucha gente pendiente de ver lo que era capaz de hacer Londres. Salió a
la tarima, y en un primer intento de arrancada se le cayó la barra
cargada con 192 kg encima de la cabeza. Tras ser atendido unos
instantes, se levantó y alzó el puño haciéndonos soñar a todos los
espectadores con otro posible intento y otra gran gesta, pero no fue
así. No pudo terminar la competición.
Cara y cruz, dos de las grandes esencias del deporte.
Hoy se cumplen
15 años del debut de Felipe Contepomi con el seleccionado argentino de rugby.
Una década y media vistiendo la camiseta con la que sueña cada argentino que
crece con un balón ovalado entre las manos. El romance de Felipe y Los Pumas comenzó el 10 de octubre de 1998, ante Chile, y llegó a su fin hace cinco días, el
pasado sábado 5 de octubre de 2013, ante Australia.
Cuando en 1998
se enfundó por primera vez la camiseta albiceleste, recién estrenaba la mayoría
de edad, entonces fijada en los 21 años. Argentina venía de fracasar
estrepitosamente en el Mundial de 1995 donde contó por derrotas todos sus
encuentros. En 1999, ya con Felipe en el plantel, los Pumas superaron la fase
de grupos por primera vez. Cuatro años después, nuevamente, no pudieran llegar
a las rondas eliminatorias. Pero a partir de aquí comenzaría la era dorada, con
el jugador de Newman como uno de sus grandes estandartes. En 2004 anotó 14
puntos frente a Francia en la histórica victoria argentina que le arrebataba al
seleccionado galo la condición de invicto en el Velódromo de Marsella. En 2006,
Los Pumas lograrían la primera victoria ante Inglaterra en Twickhenham,
nuevamente con Felipe como titular. Y la mayor gloria la alcanzaron en 2007,
donde lograron el tercer puesto en el Mundial tras vencer dos veces a la selección
anfitriona, Francia, una de las candidatas a alzarse con el título; a Irlanda,
en uno de los grandes duelos del rugby moderno, y a Escocia, a quien mandó a
casa en cuartos de final. Gran parte de culpa la tuvo un Felipe Contepomi que
había alcanzado la madurez deportiva y que estuvo nominado a jugador del año
por la IRB junto a Juan Martín Hernández, Yannick Jauzion, Richie McCaw y Bryan
Habana, premio que finalmente obtuvo este último.
Felipe
Contepomi formó parte también de esa generación de Pumas en la que no pudo
estar Agustín Pichot, que se hizo un lugar en el Rugby Championship (antiguo
Tres Naciones) a base de garra, corazón y mucho rugby, codeándose con las
únicas tres selecciones del mundo que saben lo que es reconquistar un Mundial.
Esa histórica generación que por primera vez logró arrebaterle un empate a
Sudáfrica cuando los Springboks contaban por victorias los 14 duelos anteriores
ante Argentina, pese a la ausencia de Felipe en la primera participación de Los
Pumas en el torneo. No podrá el ex Leinster formar parte del seleccionado que
obtenga la primera victoria en el Rugby Championship, que se resiste después de
12 partidos y pese a haberla acariciado en un puñado de ocasiones. Pero el
legado del ya ex Stade Français es enorme, que pone fin a una intachable
trayectoria con su selección en el que logró el récord de presencias (87 caps)
y de anotación (651 puntos), relegando a la segunda posición nada menos que a
Hugo Porta. 31 de esos 651 puntos los anotó en el histórico partido de 2010 en
el que Los Pumas lograron su mayor victoria ante Francia, que se presentaba en
el José Amalfitani como campeona del Seis Naciones. Argentina trituró al XV del
Gallo por 41-13, con 31 puntos del apertura y capitán de Argentina, que logró dos
tryies y 21 puntos con el pie.
El ya mítico
apertura de Los Pumas forma parte de la generación dorada del rugby argentino que
en los últimos tiempos supo hacerse un hueco entre los grandes del rugby
mundial. Los que se quedan y los que vendrán tienen la agradable presión de
tener que mantener a Argentina entre las potencias del mundo ovalado, tratando
de contribuir al crecimiento que los Pichot, Contepomi y compañía potenciaron. Felipe ya no está, pero el eco de su rugido seguirá sonando cada vez que en el vestuario de Los Pumas se respire el aire de un nuevo partido.