martes, 15 de julio de 2014

El Mundial de Messi

El Mundial de Messi no ha dejado indiferente a nadie. De un lado quienes restan mérito a cualquier acción del astro argentino, de otro quienes aplauden absolutamente todo por el mero hecho de tratarse de Leo Messi. Y en el medio, quienes intentan ver qué hizo realmente.

Messi llegó a Brasil después de una temporada "discreta". Discreta con comillas porque prácticamente sólo si se trata de Lionel Messi puede pasar por discreta una campaña en la que superó la barrera de los 40 goles. Si Messi fuera un 9 cualquiera estaríamos hablando de una temporada sobresaliente. Pero Messi no son goles. No para quienes hemos visto la evolución de este jugador. Messi es crear, jugar, hacer jugar y, por supuesto, anotar. Todo eso le llevo a ser el mejor jugador del momento e indiscutiblemente uno de los grandes de la historia. Este año dejó de crear, jugar y hacer jugar, y se limitó a anotar. Demasiado poco para Messi.

No hace tanto que bajo la batuta de Josep Guardiola, un Leo Messi acompañado en el frente de ataque por Villa y Pedro se convertía en el primer defensa de un Barcelona que apenas tardaba unos segundos en recuperar el balón, herramienta con la que empezaban a desesperar a cualquier rival. Un inagotable Messi cuya primer aporte al equipo era una contribución defensiva. Ya con el balón, era frecuente ver a Messi acercarse a Xavi o Busquets para jugar el balón, e incluso arrancar desde tres cuartos de cancha la carrera. El lugar donde más daño hace. Así, ni siquiera era una locura ver a Messi recibir de Piqué o Puyol, pues en la primera fase de la jugada bien podía ser un centrocampista más, antes de apoyarse en Iniesta o Alves para reincorporarse a la jugada ya como delantero. Esa es la versión de Messi que merecidamente conquistó cuatro veces el Balón de Oro entre 2009 y 2012.

Desde entonces hemos encontrado un Messi distinto, un '10' que con el tiempo ha sido más '9'. Se acabó ese Messi activo en la presión que de la mano de Guardiola se convirtió en el indiscutible número 1 del mundo. Y se acabó también ese Messi que baja constantemente a recibir, ese Messi que jugaba sin balón y aprovechaba ser el principal objetivo de cualquier defensa para arrastrar la marca -o las marcas- y abrir espacios para, también sin tocar el balón, ser determinante en los ataques de su equipo. El nuevo Messi finaliza las jugadas como nadie, y es tan bueno que también puede dar el último pase. Porque en el juego estático, sin apenas mover las piernas, tiene la capacidad dejar sólo a cualquier compañero frente al portero rival. Pero anotar y asistir son las únicas virtudes del nuevo Messi, que sirven para mantener el nivel de su estadística individual, pero no para dar mantener la aparente superioridad numérica del equipo que integra.

Y ese es el Messi que llegó a Brasil. ¿Se reservó durante el año? Personalmente lo dudo. No me imagino un jugador reservándose en una final de Copa contra el Real Madrid, en una eliminatoria de Champions League o en una "final" por la Liga. Y fue ese exactamente el estilo de juego que desempeño Messi en los grandes partidos de la temporada. Messi llegó a Brasil con mucha hambre, y en el inicio de cada partido se le vio activo en la presión y bajando a recibir el balón. También lo habíamos visto en el último partido de Liga, en el que una victoria hubiera dado el título al Barcelona de Martino. A mi me recordaba al Messi de la época de Guardiola, y creí durante Argentina-Bosnia que podríamos llegar a ver la versión total del '10'. Así, bajando a recibir, llegó el primer gol de Messi en el debut de Argentina. Pero el Messi activo en el juego disminuía su presencia del juego conforme avanzaban los minutos. Y esto se fue repitiendo en cada partido. Es difícil ver un jugador que en cada partido se apaga con el paso del minutos y no creer que no se halla en un óptimo estado físico. Y es difícil que un jugador que se ha pasado un año "caminando" pueda llegar bien a un Mundial. Messi fue la gran esperanza de Argentina en cada partido, y en la primera fase fue capaz de responder con goles. Tantos que significaron triunfos y que sirvieron para esconder un rendimiento que distaba del que tantas veces antes había dado.

El rendimiento de Messi una vez llegada las instancias a vida o muerte fue calcado al de la primera fase, pero sin goles. El '10' no supo liderar el que sobre el papel parecía ser el mejor ataque de la competición, siendo Di María el principal arma ofensiva del seleccionado de Sabella. Durante el Mundial vimos un Messi voluntarioso como mostraban los primeros compases de cada partido, pero cuyo rendimiento mermaba con el desarrollo del encuentro. Seguramente la final sea el mejor ejemplo. Messi fue el mejor jugador sobre el campo en los primeros 45 minutos, y sólo le faltó un '9' que se desmarcara, arrastrara la marca y definiera. No lo tuvo y es cierto que no fue su culpa, por lo que no puedo calificar su primer tiempo de menos que sobresaliente. Pero, como en cada partido, también en la final la presión inicial se tradujo en un jugador que caminaba la cancha durante la segunda mitad, y que esperaba recibir el balón unos metros más adelante del lugar idóneo para él. Hablar del rendimiento de Higuaín o Palacio para justificar el mal Mundial de Messi es un error, pues Higuaín o Palacio no son estrellas mundiales, y como tal no se les puede exigir un rendimiento para el cual no están capacitados. Si Messi fuera Higuaín o Palacio podríamos hablar de que ha hecho un buen Mundial, pero Messi es Messi y sólo cumple las expectativas de quienes depositan en él su fe cuando crea, juega, hacer jugar y anota. Y en Brasil, igual que durante toda la temporada, dejó de crear, jugar y hacer jugar, y se limitó a anotar.