No me pidan que me emocione, porque soy libre para no hacerlo. Tampoco me
pidan que lo niegue, porque soy preso de la objetividad. De la mía. Subjetiva
como todas, sí, pero tratando de aproximarse al máximo a la realidad.
Hace cuatro días cambió la historia del fútbol argentino. Y en menor medida
la de todo el fútbol sudamericano. Por tercera edición consecutiva, la máxima
competición del segundo continente más grande del planeta tuvo un nuevo
campeón. Corinthians (2012) y Atlético Mineiro (2013) habían cambiado la
historia del fútbol brasileño, en un hecho que no gozó de tanta trascendía más
allá de las fronteras brasileñas, y ahora es San Lorenzo quien se suma a la
nómina de campeones y se convierte en el 25º campeón del torneo.
Todo empezó hace poco más de dos años, cuando moría el Clausura 2012 y San
Lorenzo coqueteaba con una segunda división de la que empezaba a sentirse
parte. En la fecha 16, un 0-2 parcial de Newell’s en el Bajo Flores parecía
sentenciar el fracaso de los hombres de Caruso, que heroicamente lo dieron
vuelta en un segundo tiempo que encontró muy inspirado al entonces recién
llegado Julio Buffarini. San Lorenzo volvía a la vida aparentemente sólo para
volver a morir: derrota en Tigre y empate con Independiente para llegar a la
última fecha con pie y medio en la división de plata. San Lorenzo sólo podía
aspirar a terminar en Promoción. Necesitaba y que perdiera Atlético Rafaela
(ganó) o que Banfield no ganara. Si
Banfield empataba jugarían un desempate por ver quién descendía y quién jugaba
promoción, mientras que si el Taladro perdía una victoria de San Lorenzo le
llevaba a eludir el descenso, y jugársela en una promoción. San Lorenzo hizo
los deberes y Banfield cayó vapuleado en su propio feudo, convirtiéndose en
equipo de Segunda división. El Ciclón se la jugaría con Instituto. Y se
adjudicó la promoción con lo que pudo mantener su plaza en la máxima categoría
del fútbol argentino. Un gol de Ortigoza, el penúltimo a día de hoy, contribuyó
a que lo consiguiera. Desde los once metros, no podía ser de otra manera.
San Lorenzo se rehízo y pasó de luchar por seguir en Primera a asentarse en
la categoría primero, y pelear los campeonatos después. 11º en el siguiente
torneo y 4º en el Final 2013, donde además llegó a disputar la final de Copa
Argentina. Para el Torneo Inicial 2013 San Lorenzo se erigió como uno de los
firmes candidatos a ganar un torneo que, parecía, nadie quería llevar a sus
vitrinas. Lo aprovecharon los ahora hombres de Juan Antonio Pizzi para que en
San Juan y Boedo se festejara un título después de seis años. Y con ello volver
a la Copa Libertadores.
Historia conocida la de esta Copa Libertadores. Clasificación agónica en
fase de grupos contra el Botafogo, emocionante pase de ronda a cuartos de final
por penaltis contra el Grêmio, defensa del resultado de ida en el Mineirao contra Cruzeiro para
colarse en semifinales y goleada post Mundial a Bolívar en el Nuevo Gasómetro.
Empate en Paraguay en el partido de ida de la final y, ahora sí, el último gol
de Ortigoza con la camiseta de San Lorenzo. El primero después de la promoción
por seguir en Primera. También desde los once metros, claro. Carrera larga y perpendicular al arco del
paraguayo para dejar que el portero se decante antes de tiempo. El guardameta
elige su derecha como ya hiciera el arquero de Instituto, y Ortigoza la manda también
por su propia derecha, como dos años atrás. Primero para seguir en Primera,
ahora para ser campeón de América.
Bonita historia la que escribió el flamante campeón de América desde aquel
3-2 contra Newell’s hasta el 1-0 a Nacional de Paraguay. El fútbol, el deporte
más popular y por consiguiente el que más emociones genera, es el único en el
que se cuestiona cada logro. Los amantes del tenis no discuten el triunfo de
Nadal, Djokovic o Federer. A lo sumo alguien puede escudarse en una lesión o en
una superficie poco favorable, pero nadie le va a negar un título de Grand Slam
a un tenista que lo ostenta en su vitrina. Tampoco imagino en rugby a
franceses, que acariciaron la gloria en tres ocasiones, negando el Mundial que
su gran rival del VI Naciones conquistó en 2003. Tuvieron a Wilkinson y su brillantemente calibrado pie en el momento oportuno y se adjudicaron un Mundial que quizás antes
había merecido más Francia. Pero nunca negárselo ni hablar de complots. Podríamos
hacer un largo recorrido por los distintos deportes y nunca encontraremos los
traumas personales, paranoias y complejos de los hinchas futboleros. Por ello,
sin miedo a caer en la ridiculez se habla ahora de rivales vendidos, copas
compradas y demás trampas que puedan embarrar una, sencillamente, meritoria
conquista que a unos gustará más y a otros menos. Cuestionar la legitimidad del título me parece tan ridículo como otorgarle valor de milagro papal.
La grandeza del deporte en general, y del fútbol en particular, pasa por lo
impredecible del futuro. La magia de una historia que permanece imborrable en
la eternidad y la continua batalla por, en un futuro, formar parte de ella.
Pasó el Barcelona una maldición parecida a la de San Lorenzo desde 1956 hasta
1992. No fue hasta la 37º cuando uno de los equipos más respetados en Europa se
alzó con su primera Copa de Europa, después de haber rozado la gloria en 1961 y
1986. Pobre de aquel que pensara que el Barcelona pasaría la eternidad sin
alzarse como campeón continental. Más tiempo le costó ser campeón del mundo
(2009), un honor que otro gigante como el Liverpool, cinco veces campeón de
Europa, aún no ha conseguido. La Copa de Europa sigue siendo esquiva para otros
grandes como Atlético de Madrid (finalista en 1974 y 2014) o Arsenal (finalista
en 2006). Mayor desgracia la del América de Cali (1985, 1986, 1987 y 1996), que
desde la segunda división colombiana lamenta las cuatro finales que le privaron
de la sensación de sentirse campeón de toda una confederación. Pero la historia
del fútbol acaba de empezar, y más reciente aún es la de las competiciones
continentales, que apenas han cumplido medio siglo recientemente. La gloria,
paciente y caprichosa como ella sola, seguirá esperándoles. Siempre espera.
Es el momento de San Lorenzo. Quien pueda que lo disfrute, quien sufra que
aguante el temporal y quien quiera que lo reconozca. Negar una hazaña no te
hace más hincha, tal vez sí menos futbolero. El deporte más popular es el que
más hinchas de clubes tienes, pero quizás también sea el que cuenta con una
mayor proporción de aficionados a los que sólo interesa aquello que involucre a su
propio club. Son aquellos que no lograrán emocionarse, ni siquiera disfrutar,
con las hazañas de Preston North End, los equipos de Chapman, el “Wunderteam”
austriaco, el “Grande Torino”, el Real Madrid de Di Stéfano, el Santos de Pelé,
el Estudiantes de Zubeldía, Brasil del ’70, los Ajax o Bayern de la misma
década, la Argentina de Maradona, el Milan de Sacchi, el Dream Team de Cruyff o
la España del triplete. Esos como ejemplos entre las decenas y decenas de
equipos que con menor o mayor gloria se hicieron un hueco en la historia. Esos
que todo futbolero debería reconocer y que al hincha de un club, pero no de fútbol, ni siquiera interesan.
Felicidades al campeón y a esperar una nueva Copa que ilusione a los
hinchas de los 32 participantes a lo largo de agónicas e interminables noches
que coronarán a uno sólo. La Copa Libertadores 2014 es historia y ya sólo la
disfrutaremos a través de vídeos y letras. Libertadores 2015, te estamos esperando.