domingo, 17 de agosto de 2014

Destino: América



No me pidan que me emocione, porque soy libre para no hacerlo. Tampoco me pidan que lo niegue, porque soy preso de la objetividad. De la mía. Subjetiva como todas, sí, pero tratando de aproximarse al máximo a la realidad.

Hace cuatro días cambió la historia del fútbol argentino. Y en menor medida la de todo el fútbol sudamericano. Por tercera edición consecutiva, la máxima competición del segundo continente más grande del planeta tuvo un nuevo campeón. Corinthians (2012) y Atlético Mineiro (2013) habían cambiado la historia del fútbol brasileño, en un hecho que no gozó de tanta trascendía más allá de las fronteras brasileñas, y ahora es San Lorenzo quien se suma a la nómina de campeones y se convierte en el 25º campeón del torneo.

Todo empezó hace poco más de dos años, cuando moría el Clausura 2012 y San Lorenzo coqueteaba con una segunda división de la que empezaba a sentirse parte. En la fecha 16, un 0-2 parcial de Newell’s en el Bajo Flores parecía sentenciar el fracaso de los hombres de Caruso, que heroicamente lo dieron vuelta en un segundo tiempo que encontró muy inspirado al entonces recién llegado Julio Buffarini. San Lorenzo volvía a la vida aparentemente sólo para volver a morir: derrota en Tigre y empate con Independiente para llegar a la última fecha con pie y medio en la división de plata. San Lorenzo sólo podía aspirar a terminar en Promoción.  Necesitaba y que perdiera Atlético Rafaela (ganó) o que  Banfield no ganara. Si Banfield empataba jugarían un desempate por ver quién descendía y quién jugaba promoción, mientras que si el Taladro perdía una victoria de San Lorenzo le llevaba a eludir el descenso, y jugársela en una promoción. San Lorenzo hizo los deberes y Banfield cayó vapuleado en su propio feudo, convirtiéndose en equipo de Segunda división. El Ciclón se la jugaría con Instituto. Y se adjudicó la promoción con lo que pudo mantener su plaza en la máxima categoría del fútbol argentino. Un gol de Ortigoza, el penúltimo a día de hoy, contribuyó a que lo consiguiera. Desde los once metros, no podía ser de otra manera.

San Lorenzo se rehízo y pasó de luchar por seguir en Primera a asentarse en la categoría primero, y pelear los campeonatos después. 11º en el siguiente torneo y 4º en el Final 2013, donde además llegó a disputar la final de Copa Argentina. Para el Torneo Inicial 2013 San Lorenzo se erigió como uno de los firmes candidatos a ganar un torneo que, parecía, nadie quería llevar a sus vitrinas. Lo aprovecharon los ahora hombres de Juan Antonio Pizzi para que en San Juan y Boedo se festejara un título después de seis años. Y con ello volver a la Copa Libertadores.

Historia conocida la de esta Copa Libertadores. Clasificación agónica en fase de grupos contra el Botafogo, emocionante pase de ronda a cuartos de final por penaltis contra el Grêmio, defensa del resultado de ida en el Mineirao contra Cruzeiro para colarse en semifinales y goleada post Mundial a Bolívar en el Nuevo Gasómetro. Empate en Paraguay en el partido de ida de la final y, ahora sí, el último gol de Ortigoza con la camiseta de San Lorenzo. El primero después de la promoción por seguir en Primera. También desde los once metros, claro. Carrera larga y perpendicular al arco del paraguayo para dejar que el portero se decante antes de tiempo. El guardameta elige su derecha como ya hiciera el arquero de Instituto, y Ortigoza la manda también por su propia derecha, como dos años atrás. Primero para seguir en Primera, ahora para ser campeón de América.

Bonita historia la que escribió el flamante campeón de América desde aquel 3-2 contra Newell’s hasta el 1-0 a Nacional de Paraguay. El fútbol, el deporte más popular y por consiguiente el que más emociones genera, es el único en el que se cuestiona cada logro. Los amantes del tenis no discuten el triunfo de Nadal, Djokovic o Federer. A lo sumo alguien puede escudarse en una lesión o en una superficie poco favorable, pero nadie le va a negar un título de Grand Slam a un tenista que lo ostenta en su vitrina. Tampoco imagino en rugby a franceses, que acariciaron la gloria en tres ocasiones, negando el Mundial que su gran rival del VI Naciones conquistó en 2003. Tuvieron a Wilkinson y su brillantemente calibrado pie en el momento oportuno y se adjudicaron un Mundial que quizás antes había merecido más Francia. Pero nunca negárselo ni hablar de complots. Podríamos hacer un largo recorrido por los distintos deportes y nunca encontraremos los traumas personales, paranoias y complejos de los hinchas futboleros. Por ello, sin miedo a caer en la ridiculez se habla ahora de rivales vendidos, copas compradas y demás trampas que puedan embarrar una, sencillamente, meritoria conquista que a unos gustará más y a otros menos. Cuestionar la legitimidad del título me parece tan ridículo como otorgarle valor de milagro papal.

La grandeza del deporte en general, y del fútbol en particular, pasa por lo impredecible del futuro. La magia de una historia que permanece imborrable en la eternidad y la continua batalla por, en un futuro, formar parte de ella. Pasó el Barcelona una maldición parecida a la de San Lorenzo desde 1956 hasta 1992. No fue hasta la 37º cuando uno de los equipos más respetados en Europa se alzó con su primera Copa de Europa, después de haber rozado la gloria en 1961 y 1986. Pobre de aquel que pensara que el Barcelona pasaría la eternidad sin alzarse como campeón continental. Más tiempo le costó ser campeón del mundo (2009), un honor que otro gigante como el Liverpool, cinco veces campeón de Europa, aún no ha conseguido. La Copa de Europa sigue siendo esquiva para otros grandes como Atlético de Madrid (finalista en 1974 y 2014) o Arsenal (finalista en 2006). Mayor desgracia la del América de Cali (1985, 1986, 1987 y 1996), que desde la segunda división colombiana lamenta las cuatro finales que le privaron de la sensación de sentirse campeón de toda una confederación. Pero la historia del fútbol acaba de empezar, y más reciente aún es la de las competiciones continentales, que apenas han cumplido medio siglo recientemente. La gloria, paciente y caprichosa como ella sola, seguirá esperándoles. Siempre espera.

Es el momento de San Lorenzo. Quien pueda que lo disfrute, quien sufra que aguante el temporal y quien quiera que lo reconozca. Negar una hazaña no te hace más hincha, tal vez sí menos futbolero. El deporte más popular es el que más hinchas de clubes tienes, pero quizás también sea el que cuenta con una mayor proporción de aficionados a los que sólo interesa aquello que involucre a su propio club. Son aquellos que no lograrán emocionarse, ni siquiera disfrutar, con las hazañas de Preston North End, los equipos de Chapman, el “Wunderteam” austriaco, el “Grande Torino”, el Real Madrid de Di Stéfano, el Santos de Pelé, el Estudiantes de Zubeldía, Brasil del ’70, los Ajax o Bayern de la misma década, la Argentina de Maradona, el Milan de Sacchi, el Dream Team de Cruyff o la España del triplete. Esos como ejemplos entre las decenas y decenas de equipos que con menor o mayor gloria se hicieron un hueco en la historia. Esos que todo futbolero debería reconocer y que al hincha de un club, pero no de fútbol, ni siquiera interesan.

Felicidades al campeón y a esperar una nueva Copa que ilusione a los hinchas de los 32 participantes a lo largo de agónicas e interminables noches que coronarán a uno sólo. La Copa Libertadores 2014 es historia y ya sólo la disfrutaremos a través de vídeos y letras. Libertadores 2015, te estamos esperando.